Textos basados en las entrevistas a su esposa, amigo y compañera de lucha.

Julián mi esposo

Nos casamos muy jóvenes, vivíamos en el barranco en Guamuchil.

En la casa teníamos hierbas para curar, como la hierba de la víbora para la tos. A Julián le ponía contento sembrar maíz, él barbechaba la tierra con bueyes. Trabajamos todo el tiempo sembrando maíz, frijol, trigo, chícharo, calabaza, así se siembra allá. Julián les enseñó a nuestros hijos a trabajar la tierra, así, todos juntos. Levantábamos mucho maíz, no teníamos hambre.

Teníamos chivas, gallinas, vacas y burros. Hacíamos queso de vaca y chiva, yo cuidaba las chivas. Julián siempre andaba pendiente de que hubiera cerco para que los animales no entraran a comerse la siembra.

Vivíamos muy a gusto en el barranco, ahí hay naranjas, toronjas, zapote, limas. Sembrábamos chile y tomate, había mucho que comer. Teníamos mucha agua. En el aguaje hay muchos árboles de limón. Pescábamos en el rio, y en el arroyo se lavaba la ropa. Se caminaba muy a gusto.

A Julián le gustaba subir a la sierra a Coloradas, a las juntas, le gustaba platicar con la gente. Le gustaban las fiestas, el Yumare. Le gustaba comer tortilla de maíz, tomar Yorique.

No me gusta vivir acá, está muy caliente. Allá se camina junto con los pinos, muy a gusto. Aquí en la ciudad no se camina bien.

Amigo y compañero de lucha

Julián y yo nos conocimos desde chiquitos somos como parientes. Él siempre fue muy buena gente con todos, con toda la comunidad, lo querían mucho. El nunca andaba peleando con las personas.

Cuando iban a buscarme a mí, él decía que yo no estaba. Julián miraba a la gente que llegaban y antes de que me vieran me decía escóndete allá pa’ dentro para que no te vean, y yo me escondía. Preguntaban por mí y él decía que no estaba. Y así nos cuidábamos, no decía donde andaba y cuando me preguntaban a mí, ¿a dónde salió Julián? yo decía no sé, ahí salió, pero ni supe para donde. Pero no decíamos la verdad porque muchas veces no sabe uno si lo estaban esperando en el camino. Nos cuidábamos el uno y el otro. Nos queríamos como hermanos. A mi si me pudo mucho lo que le pasó.

A Julián le gustaba hacer las fiestas, la familia lo apoyaba mucho. Nosotros tenemos la creencia de hacer fiesta para que se de bien el maíz, el frijol. El invitaba a su gente, a veces mataba un becerro para darles comida, se juntaba la gente para platicar con él y Julián los ayudaba, los ayudaba como podía, hasta con comida. Julián quería mucho a la gente de la comunidad y a él lo respetaban. Invitaba a los curanderos, a los que curan. Hacia muy bonitas fiestas, con mucho respeto. Daba muchos consejos a la gente de cómo defender el bosque, como defender el agua, como cuidar las hierbas tradicionales. Él decía que no se hicieran quemazones, arreglar los caminos, arreglar la iglesia y tenerla limpia, que la gente bailara en las fiestas y a los niños también les daba consejos. Julián cantaba el Yumare y su familia lo apoyaba mucho. En esa época se daba muy bien la siembra y estábamos muy contentos.

Julián le decía a la gente que si tumban mucho el bosque, se acaba el agua, ya no llueve, se secan los aguajes y luego cuando hay quemazón se queman los animales, la tierra también cuando llueve se la lleva el agua y por eso hay que cuidar el bosque; hay que cuidar todo eso. Arreglar los aguajes para que no se sequen, sembrar árboles, hay árboles que llaman al agua. Él daba consejos de esto.

Julián también entendía un poco de curar, era partero, las mujeres no tenían que ir al pueblo, Julián las ayudaba, las aliviaba solo. Toda la gente lo querían mucho.

A Julián le preocupaba que nos cuidáramos, él decía, andamos en la lucha, si a mí me pasa algo tú tienes que seguir y, si a ti te pasa algo yo voy a seguir.

Se ha batallado mucho este problema, ya está muy enredado no hemos avanzado, en vez de ir para adelante vamos para atrás. Se está poniendo muy feo. Como ahorita están agarrando mucho dinero los que se llevan la madera, está más peligroso para uno. Como no hay nadie que los pare ellos se están sirviendo con la cuchara grande, como dicen. ¿Y cómo los páramos si son sicarios, son un grupo, son muchos que donde quiera están?

Si Julián nos mirara ahorita nos diría que hay que defender todos juntos, uno solo no hace nada, hay que hacer un grupito de varias comunidades, así es mejor.

Seguir defendiendo el bosque, lleva peligro, pero al último uno tiene que seguir defendiéndolo. No hay otra lucha. Pienso que si viviera dijera vamos luchando todos juntos, a ver qué hacemos.

Julián Carrillo Martínez

Desde los recuerdos desordenados de mi memoria (compañera de lucha)

Veo a Julián llegar a la oficina acompañado de otros defensores y ocasionalmente de alguno de sus pequeños hijos (hoy todos mayores). Era como si deseara que desde pequeños aprendieran de lo que su papá hacía cuando viajaba a Chihuahua.

Siempre se daba tiempo para sacar copias de los documentos oficiales y solicitaba ayuda para buscar las CURP de los miembros de su familia y de quienes le daban esa encomienda en Coloradas de la Virgen. Consideraba importante que no solo su familia tuviera los documentos de identidad, sino otros miembros de la comunidad. También hacía los trámites para que el fierro con el que marcaba su ganado estuviera en regla.

Colaboraba para que en la comunidad siempre se cumpliera con la celebración de las “fiestas” que son parte del ciclo ritual anual, especialmente el 8 de septiembre, día de la Virgen de Loreto y el de Semana Santa. Siempre hablaba para pedirnos que gestionáramos acompañamiento policiaco. Decía que solamente de esa manera podía estar la gente tranquila y en orden. Un policía me comentó que, a petición de Julián, en una ocasión le tocó leer la letanía durante la procesión de Jueves Santo, pues no encontraron quien supiera leer de manera fluida y Julián le pidió que lo hiciera.

Cuando le pregunté dónde había aprendido a leer, me platicó que siendo un niño (sin precisar la edad) se había ido a trabajar al rancho de una familia mestiza y su patrón lo enseñó a hacerlo. Escribía y leía de forma funcional. Continuó diciéndome que él siempre se preocupó de enseñarles a sus hijos lo básico de la lectura, escritura y hacer cuentas.

A la oficina siempre nos traía a regalar hierbas medicinales, llevaba grandes cantidades de laurel y de orégano silvestre. Esto hablaba de la generosidad de Julián, pues él sabía que podía venderlo y prefería recolectarlo para nosotros.

En un taller de intercambio de experiencias sobre semillas nativas de las diversas variedades de maíz y las formas de almacenamiento, aún veo su sonrisa y sus manos sosteniendo mazorcas de distintos colores de maíz.

La violencia ha estado presente desde hace muchas décadas en Coloradas de la Virgen, esto hizo que las instituciones de gobierno dejaran de tener presencia en la comunidad, situación que le preocupaba mucho, decía que los chiquitos (niñas y niños) iban a crecer como la mayoría de la gente “sin saber nada”, por eso “el cacique” hace lo que quiere en la comunidad.

Hace varios años llegó acompañado de su compañero de lucha más cercano con una solicitud a las autoridades de salud, solicitaban que su personal acudiera a la ranchería de Bajichi, pues en menos de un año habían fallecido 12 niños y niñas. La solicitud nunca fue atendida.

Julián defensor

Cuando lo asesinaron tenía varios años siendo comisario de bienes comunales, al cumplirse el plazo en el que debían hacer el cambio, no se lograba porque la violencia, siempre presente, no permitía que hubiese el cuórum legal. Muchas circunstancias influyeron para no nombrar a otro comisariado que presidía. Sin duda, esto colocó a Julián en mayor visibilidad de liderazgo. De tal manera que, ante la violencia generalizada que se vive en la zona, aunada a la codicia por el bosque y una comunidad con múltiples concesiones mineras hicieron que Julián y otros defensores se convirtieran en el blanco de hostigamiento y amenazas.

En el 2014, por amenazas de muerte, Julián y tres defensores más, fueron incorporados al Mecanismo de Protección para Defensores y Periodistas de SEGOB. No obstante que la evaluación les dio riesgo extraordinario la única protección que le dieron fue un teléfono satelital, el cual no necesariamente funcionaba en cualquier lugar o en el patio de su casa. Por esto, aunque contara con ese aparato, cuando necesitaba comunicarse con alguna persona tenía que usar su teléfono celular. Es decir, como ocurre en otros lugares de la Sierra Tarahumara, para usarlo requieren encontrar algún lugar donde el teléfono capte una señal, las cuales suelen no estar cercanas a las viviendas. A partir de ese momento la organización que acompaña a la comunidad en la defensa de su territorio empezó a documentar todos los incidentes de seguridad que le ocurrían. Cada incidente se hacía del conocimiento del Mecanismo de Protección. Cuando éstos se incrementaron, hablé con él para informarle que había la posibilidad de que saliera un tiempo de Coloradas para evitar que le fuera a pasar algo.

Tajantemente me respondió que él no abandonaría su comunidad, pues era como un árbol que en la tierra donde nace tiene sus raíces, que también tiene ramas y las ramas representaban a su familia. ¿Quieres que salga, como lo han hecho otros? Solo se respondió: entonces los malos se van a salir con la suya, nos van a quitar las tierras y van a tumbar el bosque.

El transcurso del tiempo no evitó que el hostigamiento y amenazas de muerte cesaran, por el contrario, empezaron a hacerse realidad cuando le quemaron su casa en el rancho el Guamuchilito. De ahí tuvieron que mudarse para vivir en una cueva, muy cerca de la vivienda que Víctor (su hijo mayor) habitaba con su esposa, hijas y un bebé. Los dos sitios se encontraban en el rancho Mercedes. A una hora caminando, se encuentra Coloradas de la Virgen, donde está la iglesia de la Virgen de Loreto, patrona de la comunidad.

A pesar de lo que vivía, Julián no dejó de asistir a talleres y reuniones con otras comunidades que se encuentran en defensa de su territorio. Con estas comunidades viajó a la Ciudad de México dentro de las Caravanas por la Justicia. En el Senado de la República Julián y otros representantes comunitarios denunciaron la añeja problemática que enfrentan: despojo de territorio, bosque, agua, violencia, entre otros problemas.

A uno de los talleres que asistió, fue el de las afectaciones al territorio y a las personas que produce la explotación minera. Con mucha preocupación expresó que la gente de Coloradas no sabía nada lo que pasaba cuando trabajan las minas. Nos pidió que por la computadora viéramos si había concesiones mineras en el territorio de la comunidad Coloradas de la Virgen. Además, nos dijo, hay que juntarnos en Baborigame los más que podamos para informar a la gente.

Una muerte anunciada

El 5 de febrero de 2016, aproximadamente a las 9 de la noche, Julián me llamó por el teléfono satelital, para decirme que él venía llegando a la cueva donde vivía, cuando escuchó muchos balazos en casa de su hijo Víctor, dijo con voz de angustia “se me hace que ya se quebraron al Vítor”. Le pregunté por qué decía eso, respondió que se oía una lloradera de mujeres y se veían dos hombres merodeando la casa y volteando hacia la cueva. Así duramos cerca de una hora y los hombres no abandonaban el lugar. Finalmente, me dijo que se iba a esconder en la casa de Chencho, su cuñado. Le pregunté si quería que avisara a la policía de Guadalupe y Calvo, respondió que me hablaría muy temprano para decirme qué había pasado. Me dio la impresión, a pesar de las evidencias, hasta el último momento tenía la esperanza de encontrar a su hijo con vida. A las 5 de la mañana, de otro día, me llamó para decirme que a su hijo lo habían hecho garras.

Después del asesinato de su hijo Víctor, siguió el de Guadalupe, su sobrino; después el de su otro sobrino y, finalmente, el de su yerno Francisco. Estos últimos en un período de un año. Entre asesinato y asesinato las amenazas siguieron sin parar. Era claro, estaban enviando el mensaje de que Julián debería abandonar su comunidad.

Otro defensor y amigo de Julián, me habló para decirme que las cosas se estaban poniendo muy difíciles en Coloradas para los dos, que se iban a ir un rato a trabajar a Sinaloa, donde vive el hijo del amigo de Julián. Salieron unos meses y hasta allá persiguió la desgracia a Julián. Un día me llamó para decirme que su hija Francisca (viuda de Francisco) estaba muy mala en Parral. Continuó, diciendo, que en Coloradas se había enfermado de tanta tristeza por el asesinato de Francisco, que solo sabía que se había venido caminando a ver los doctores en Baborigame, porque tenían mucho tiempo que no iban a Coloradas de la Virgen. Al finalizar, dijo que se iba a venir para acompañar a su familia, le respondí que casualmente iba a tener un viaje a Pino Gordo, y otro día pasaría por Parral a ver a Francisca al hospital. En el hospital no pude verla porque se encontraba en Terapia Intensiva, la enfermera aceptó informarme sobre su estado de salud, aunque no fuera familiar. Así me enteré que tenía muy mal pronóstico para la vida. A la semana que regresaba de Pino Gordo, en la primera señal que captó el teléfono recibí un mensaje en el que me decían que Francisca había fallecido.

Al poco tiempo, Julián vino a Chihuahua, me recordó que teníamos pendiente organizar una reunión con autoridades tradicionales y gente de Coloradas de la Virgen para informarles sobre los efectos de la minería. En ese encuentro ya el equipo de la organización había encontrado información sobre las concesiones mineras que había en el territorio de la comunidad. 

Nos pusimos de acuerdo en realizar el taller los primeros días de septiembre (2018) en Baborigame. Antes de irse, Julián me pidió que le imprimiera fotografías muy grandes a color en las que se viera como “destrozan el territorio las mineras, también sobre la contaminación de los ríos y el daño a las personas”. Como habíamos acordado, la reunión en forma de taller se hizo en la fecha comprometida. La información general se dio en plenaria, la específica con hombres y mujeres en grupos separados por sexo. Julián trabajó con los hombres y yo con las mujeres. La totalidad de las más de 40 personas que asistieron dijeron que no debería haber explotación minera en su territorio, nos pidieron que la misma información se la llevaramos a toda la gente de Coloradas de la Virgen, los asistentes se comprometieron a organizar la reunión, para el mes de febrero del 2019.

Cuando llegó la hora de despedirnos le pedí a Julián que volviera a irse otro tiempo a trabajar a Sinaloa, me respondió que pensaba hacerlo en noviembre que terminara de piscar, para dejar suficiente comida a su familia. Nos despedimos sin saber que era la última vez que le estrechaba la mano con un suave toque en el hombro derecho, como señal de respeto.

El 24 de octubre del 2018 fue arteramente asesinado por 4 sicarios que jalaron el gatillo, cuando Julián, acompañado de su nieto de 6 años, fue a la señal a hablar por teléfono y avisar que desde hacía tres días los 4 hombres los estaban espiando. 

Con su vida, Julián nos mostró a los imprescindibles de Bertolt Brecht:

Hay hombres que luchan un día y son buenos; hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.

¡Julián vive!

Agradecemos a Teresa Camou por todo el trabajo que realizó para este texto, agradecimientos a Sewá Morales y Carlos Andrés Fierro por dar lectura a la vida, obra y muerte del defensor Julián Carrrillo durante el evento “Julián vive”

Para más información del evento, visiten nuestras redes sociales

Categories: Comunicados

1 Comment

maniac · enero 18, 2024 at 2:18 pm

good!!!

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